Actualmente, debido a factores socioeconómicos y profesionales, muchas mujeres retrasan la maternidad más allá de los 35 años, lo que puede influir negativamente en la consecución del embarazo al igual que aumentar el riesgo de complicaciones en el embarazo.
Un diagnóstico de edad materna avanzada supone que tendrá lugar una disminución de la reserva ovárica y un aumento de las anomalías genéticas cromosómicas en los óvulos, que serán también transmitidos a los embriones y las probabilidades de tener una gestación viable hasta nacimiento disminuyen, aumentando así el riesgo de fallos de implantación y abortos espontáneos.